Cuando llega la Navidad, año con
año, nos llenamos de amor, nos embriagamos de un hermoso sentimiento que nos
mueve a ser bondadosos, generosos, solidarios y cariñosos….¿por qué? Creo que
la razón principal es que el 25 de diciembre nos recuerda el nacimiento del
Hijo de Dios. Y todos queremos ser parte de ese universo de amor que se abre
ante nuestros ojos: nace el rey del amor, Él es el AMOR, amor perfecto, santo e
infinito. Dios nos regala lo más preciado: a su único hijo, a Jesús. Él es la
Palabra que se hizo carne en el vientre de la purísima por excelencia: María.
Ésta es la fiesta de los regalos, la Navidad. Por eso regalamos a quienes
podemos y lo que podemos, porque queremos donarnos a nosotros mismos. La
verdad, lo mejor que podemos regalar es amor. Porque ese no cuesta dinero,
cuesta mucho más: cuesta esfuerzo, sacrificio, renuncia, atención, lealtad,
generosidad, valor. Por eso digo que HOY es 25 de diciembre, porque el amor que
Dios nos tiene, no pasa, permanece, es eterno. Él, es el hoy eterno. Bajó del
cielo y su hoy eterno lo compartió con nuestro hoy pasajero y, desde entonces,
el nuestro también será el hoy eterno de Él. Por eso, cada día es 25 de
diciembre en nuestro corazón, bueno….debería ser así. Que cada día naciese el
pequeño Jesús en nuestro corazón, para que éste se llenase de amor y de luz,
para así, compartirla y contagiarla a quienes nos rodean. Y, así, llenos de
luz, alumbremos la vida de los nuestros.
Preparemos la cuna para el niño
Dios, la cuna de nuestro corazón. Vaciémoslo de todos los cachivaches de
egoísmos, soberbias, envidias, avaricias y todo lo que estorba…hagamos espacio
en nuestro corazón y dejemos la prisa por seguir abarrotando de cosas inútiles
nuestro espíritu, para que Él, el AMOR descanse calientito y tranquilo en
nuestro corazón. ¡Que la luz de nuestro amor alumbre la obscuridad del odio
para que éste se disipe de nuestro universo!
¡Feliz Navidad hoy, 25 de
diciembre!