Cuando
era joven tenía unos amigos que creían en las adivinanzas o adivinadores del
futuro, en la Ouija, en las “barridas” en la baraja y en muchas otras cosas. Me
llevaron con una señora que adivinaba el futuro y leía la mano. Ella me dijo
que una persona cercana a mí, me envidiaba y deseaba mi mal (creo que a todos
les decía eso) e inclusive me dijo cuántos hijos iba yo a tener. Bueno, lo de
la envidia…¿quién no envidia a quien?, pero en lo que sí falló fue en lo de los
hijos.
Inocentemente
visité también a un fulano que se decía “brujo” y yo creo que sí lo era. ¿Cómo
le había hecho para tener una esposa de 28 años si él tenía 60? Sin duda, algo
de magia negra si ejercía. ¡Cuántas y cuántas personas son engañadas por estos
rufianes! Se aprovechan de la gente ansiosa por conocer lo que el destino les
depara. Por saber si su marido o su esposa los engaña; por querer aprovechar
algún sortilegio mágico que haga caer en la trampa del amor a algún pretendido o
inclusive hasta para conseguirles un marido ideal. ¡Ah! Y algunos de ellos “no
cobran” solo “lo que usted quiera darle”. Así que si usted se sintió aliviado,
protegido, ayudado, no escatimará el pago.
Por
favor, no tienten a Dios. Sin duda, el acudir con esas personas o usar ciertos
sortilegios o piezas maléficas como la Ouija, es abrirle la puerta de nuestro
interior al “incansable”. Alguna vez, una de mis hijas compró una Ouija y junto
con una amiga, se pusieron a jugar (según ellas). Bueno, el caso fue que el
triangulito que trae ese juego se empezó a mover y al preguntarles ellas quien
era, se escribió “Satanás”. Entonces gritaron a todo pulmón y quisieron rezar
pero no pudieron articular palabra, el cuarto se puso helado y sufrieron mucho
porque no podían abrir la puerta, Yo acudí y al abrirles, me abrazaron llorosas
y muy asustadas. Juraron que no volverían a cometer semejante burrada. Entonces
tiré la Ouija a la basura, rocié con agua bendita y pronuncié algunas
oraciones.
Esto
que cuento, parece una historia de terror, pero es la realidad. Alerten a sus
hijos, a sus parientes y amigos. Lo único que debemos hacer es tener confianza
en nuestro amoroso creador, encomendarle nuestras vidas y pedirle su bendición.
No acudan a visitar a ninguna persona, ya sea curandero, brujo, adivinador.
Respeten sus creencias y aléjense de ellos.
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