lunes, 1 de julio de 2013

Querer es poder, casi siempre.

                                                   




Conocí a una maestra hace más de quince años. Ella era y sigue siendo una de las personas que más he admirado. Sencilla pero elegante, educada y culta. Tenía a su marido y tres niñitos. La primera vez que platiqué con ella tuve la impresión de que era una mujer que soñaba despierta. Tenía muchas ilusiones y ganas de superarse en todos los aspectos. Yo seguía pensando que era imposible lo que ella deseaba hacer. Y ya que han pasado más de quince años, he visto cómo poco a poco ha ido realizando uno a uno todos sus sueños. Fundó una escuelita que, al principio estaba en una casa de renta, luego se cambió a otra casa más grande, contrató más maestros y así sucesivamente. En aquellos años pagaba la renta de su casa y de sus locales donde tenía sus escuelitas. Me la encontré hace poco y me contó todos sus logros. De hecho ha fundado desde pre primaria hasta Universidad. ¿Cómo le hizo? Su marido la apoyó en todo desde un principio y siempre encontraban la solución a todos sus problemas; sus hijos ya están grandes; tiene su casa propia y sus propiedades son principalmente escuelas. Se oye fácil, pero creo que esa mujer, esa gran mujer debió haber sacrificado mucho de su tiempo, de su esfuerzo, de su entretenimiento para lograr lo que ahora tiene. Y creo también que su marido puso la parte que le correspondía.
 Creo que ella ha encaminado bien a toda su familia y lo ha hecho porque es una mujer de mucha fe. Fe en sí misma y fe absoluta en Dios, quien le ha provisto remedio a sus necesidades, que han sido muchas. Aquí si se puede decir que “querer es poder”. Esa familia ahora es una familia muy unida y llena de amor. Claro que han tenido muchísimos problemas y de toda clase, pero han sabido afrontarlos y enfrentarlos.  Y no solo eso. Tratan de ayudar a todos los que pueden porque son personas que tuvieron muchas precariedades y comprenden lo que es la ausencia de muchas cosas. La vida y el ejemplo que a esos niños les han puesto sus padres son por demás ejemplares. Ojalá que la mayoría de nuestras familias fuera así. Y así, como esa maestra que conocí y que admiro, he conocido muchas otras personas que se han labrado con su propio esfuerzo si no el éxito, sí las satisfacciones de salir adelante con su familia. Hombres y mujeres grandes de espíritu que han tenido el firme propósito de superarse. ¡Eso sí que querer es poder!

Realmente todos tenemos problemas, uno tras otro, pero si los hemos ido resolviendo, ¿no provoca eso, satisfacciones? Si. Con cada problema resuelto de cualquier índole, crecemos más. Nuestro espíritu crece y crece hasta hacerse adulto y como tal, muy maduro. Si no tuviésemos problemas seríamos personas mediocres y sin sensibilidad. Resolver los diarios problemas de nuestra vida es asunto de personas inteligentes y sin duda, eso somos.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por leer estas reflexiones personales y por tus comentarios.