lunes, 22 de julio de 2013

El tiempo y la eternidad


Si midiéramos el tiempo, no el de las 24 horas, sino el que no podemos ver pero sí experimentar, sin duda que nos daríamos cuenta que nuestra existencia sería como una hora del resto de la eternidad. Y si vivimos una hora solamente ¿no es demasiado poquito? Pero fijándonos bien, el tiempo transcurre y nada ni nadie lo detiene. Pasa y pasa y al rato seremos historia. Los que vivimos ahorita, los de mañana y así sucesivamente.
                                   

Si pudiéramos medir en horas reales nuestra vida, nos preocuparía y mucho todo y todos. Nos daríamos cuenta de lo que hemos hecho bueno y malo, de lo que tenemos y ya no tenemos, de los amores y desamores, de los ratos tristes y alegres, de las depresiones y las emociones, de lo material y lo espiritual, de la soledad y la compañía, de nuestros logros y fracasos. Realmente es bueno mirar hacia adentro de esta casa humana que somos nosotros. Qué parte de la humanidad somos; cuántas cosas materiales poseemos y cuántas queremos acumular (aún más); cuánto poder tenemos y cómo lo ejercemos; cuánto nos aprecian o cuánto nos odian; qué vamos a dejar de herencia al morir y no sólo bienes inmuebles o muebles, sino herencia de amor….¿cuánto?

Nos urge aprovechar esta hora que pasamos por este mundo nuestro tan revuelto, tan carente de sentido para muchos y enderezar el rumbo por si lo hemos perdido. ¡Urge y mucho!

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