Cuando se es esposa y casada
por amor con el hombre de su vida ¿no es cierto que quiere que todo lleve su
sello personal? Quizá no lo habíamos notado pero así es. La comida que ella
prepara lleva una sazón especial o probablemente sea una receta que ella misma
inventó; la casa la arregla, la ordena o la decora según sus propios gustos y
habilidades; a sus hijos los viste también a su manera y según la temporada o
los recursos de que disponga; administra sus gastos de tal manera que le alcance
para todo lo necesario en su hogar, incluyendo a sus hijos, a los gastos extras
o urgentes que pudiera tener; a su marido le aconseja de tal manera que vela
por sus intereses; ella misma se esmera en tener una bella presentación en su
arreglo personal para que su esposo la siga viendo bonita y aún más, pone todo
su amor, sus habilidades y sus capacidades al servicio de aquellos a quienes
ama. Así que, absolutamente todo lleva su detalle personal. Por eso, cuando
todos los esfuerzos por llevar una buena administración del hogar son ignorados
por su pareja, ella se siente desilusionada o ignorada. No sabe que mientras
todo esté en orden nadie le dará las gracias, pero si todo está en desorden seguro
que habrá un sinfín de reproches.
Con todo, es deber de la
mujer llevar a cabo su tarea universal: la de servir por amor y la de avanzar
cada vez más en el terreno de los derechos fundamentales de ella, a fin de que
éstos le sean reconocidos. Sobre todo, el derecho a ser amada y aceptada por lo
que es: mujer, con todas sus aspiraciones y anhelos. Aceptada en la comunidad
como pilar de la familia con todos sus deberes y derechos que le corresponden.
Mujer “todóloga” ¿qué te falta?.
Muy bonito escrito.
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