lunes, 25 de febrero de 2013

Lo que el viento se llevó

                                                     
Hay momentos en la vida que a veces no quisiéramos que pasaran: el día que nació nuestro primer hijo, el día que nos enamoramos, el día que terminamos nuestra carrera profesional, el día que recibimos nuestro primer sueldo en fin, esos días tan hermosos que quedarán grabados en nuestra memoria para siempre. Pero si algunas veces fuimos felices, también recordamos días nublados en que nuestra alegría se esfumó y estuvimos deprimidos o tristes por motivo de la muerte de algún ser querido, la despedida de aquel lugar donde vivíamos y la circunstancia de tener que emigrar a otra ciudad por motivos de trabajo u otra causa; el rompimiento con aquella persona a la que amábamos tanto; la traición de aquel que decía que era nuestro amigo; el robo de nuestro patrimonio que con tanto esfuerzo habíamos adquirido…… cosas y hechos que nos lastimaron profundamente y que también recodaremos sin querer.

Sin embargo, siempre debemos tener presente que somos temporales, que no somos eternos y que el tiempo es el mejor tesoro que poseemos. Como el reloj avanza sin cesar segundo a segundo, así nuestra vida no se detiene ni una milésima de tiempo. Todo avanza, todo sigue su curso. Si una persona se tropieza y se cae al suelo ¿sería posible que permaneciera allí tirada un mes? Y si va con alguien ¿sería posible que también ese alguien se quedara allí con esa persona esos 30 días? Imposible, pensarán y con justa razón. Nadie en su sano juicio lo haría. Así es la vida. A pesar de todos los sinsabores, fracasos, golpes, traiciones, pérdidas físicas o morales no podemos quedarnos tirados en el camino de la vida. Debemos seguir adelante. Con todos nuestros dolores, penas, angustias o estrés que tengamos, debemos levantarnos del mar de tristeza que nos circunda y calmar nuestras ansiedades, para hacerle frente a la vida, esta vida que nos está esperando para sentirla y vivirla segundo tras segundo. Si alguien a nuestro lado está sufriendo por cualquier razón, animémoslo, compartamos con él su dolor y abramos nuestro corazón para escucharlo y apoyarlo con nuestra solidaridad. El pasado es el instante que acaba de irse, el viento se lo llevó. Lo que queda es la esperanza de un futuro mejor y, la fe personal es el mejor instrumento para cosechar esa esperanza. Que nuestras penas se las lleve el viento y llegue la paz a nuestros corazones.

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