lunes, 27 de agosto de 2012

El yo y el tú



Llegamos a una edad en que sentimos que ya no nos queda nada por experimentar. Ni penas ni alegrías. Pero nos equivocamos en ambas. No sabemos cuanta alegría o  sufrimiento nos depare el destino. Por eso, analizando las circunstancias que nos rodean pensamos: ¿somos felices como estamos, como vivimos o como somos? ¿Realmente hemos experimentado todo lo que necesitamos para realizarnos como personas? ¿Nuestro corazón está lleno de qué? ¿De nosotros solamente? ¿O está algo vacío donde haya lugar para sentir y emocionarnos con pensamientos de alegría pura, de serenidad, de espiritualidad?     

Acercarnos a lo infinito, a lo inescrutable, dejar que nuestro espíritu por una vez en la vida, navegue por altitudes celestiales ¿es posible? Vaciarnos un poco del “yo” es tan posible como necesario. Dejemos todos los días, al menos 15 minutos de las 24 horas del día, para nosotros únicamente. Olvidarnos de todo y de todos, vaciarnos y llenar el espíritu de paz, elevar una plegaria en acción de gracias por lo que tenemos, por lo que hemos vivido y por los sufrimientos de los que nos hemos librado. ¿Qué sabemos nosotros de eso? Después de esta reflexión, nos sentiremos tranquilos, relajados y serenos. Saquemos un poco de todo lo inservible que llevamos dentro del alma, de las preocupaciones, del temor, de la angustia y comuniquémonos más con el otro lado: el espiritual. Agradecer lo que tenemos, lo que somos, lo que hemos logrado, porque todo nos ha sido dado. Hagamos un “campito” para el “tú”.

Trascender


                                                      
Según una de las acepciones del Diccionario Español, trascender significa “ir más allá de” y eso es precisamente el tema a tratar.
En la vida es difícil trascender. El que lo hace, sin duda es ahora mejor hombre que antes. Quizá por eso los que trascienden son los que triunfan, quizá no económicamente pero sí en todo lo demás. Siempre vemos que mucha gente triunfa y no sabemos cómo o por qué. Inclusive vemos a mucha gente acudiendo a conferencias de auto estima. ¿Por qué a veces nos acostumbrarnos a no salirnos de nuestro entorno? Por miedo, por temor al qué dirán, por inseguridad, por dependencia, por comodinos. Habría que hacer un serio repaso frente al espejo de nuestra conducta para ver qué pasa con nosotros. ¿Por qué no hemos trascendido? ¿Qué hay de aquél lado desconocido para nosotros? Si no nos aventuramos, jamás lo sabremos. Pudiera ser opinar de diferente forma de la tradicional, donde todos siguen al líder sindical sin tomar en cuenta su opinión personal. Pudiera ser trabajar mientras otros no asisten y de todos modos reciben el sueldo, ya sea porque son "aviadores" o amigos del jefe. En fin, podemos ser diferentes.
El triunfo en la vida no es lo mismo que trascender. Sinceramente creemos que no es así. Significa que después de conocernos a nosotros mismos, debemos superar las barreras de todo lo que nos impide avanzar. Nos da pena señalar los errores que a diario se cometen en nuestra ciudad, en las iglesias, en nuestra familia. Nos quedamos callados esperando que algún valiente los acuse. Si no somos nosotros ¿quién entonces.? Debemos ser parte activa. Participar en todas las cosas buenas que mejoren las malas costumbres de todos los ambientes para ayudar a nuestra sociedad a trascender y lograr un cambio positivo, que buena falta nos hace. A todos, jóvenes y adultos nos falta valor para avanzar, para “salirnos de la circunferencia”. Finalmente, recordar que hacen falta líderes actuales que "nos muevan el tapete" para reaccionar. Necesitamos hacerlo. Es la única manera de resolver todos los problemas que nos aquejan. ¡Trascendamos entonces!

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Discriminación?


El término “discriminación” parece ser cuando se marca una diferencia entre una persona y otra, o cuando la tratamos de manera muy diferente. Por un lado, somos amables con unos; por el otro, somos groseros y descorteses. Esto se veía antes sólo en los Estados Unidos, donde había mucho racismo y se negaba toda clase de derechos a la raza negra. Por ser su piel de un color diferente, se les humillaba, se les golpeaba, se les esclavizaba, en fin, se cometía toda clase de abusos contra ellos. La historia nos cuenta que allá se comentían todas estas atrocidades.  Pero no, es un error pensar así. Se siguen cometiendo todo tipo de abusos, no contra la raza negra solamente, sino contra los mexicanos también. Ya ven ustedes lo del caso del Estado de Arizona contra los mexicanos en los puertos de entrada a los Estados Unidos y más recientemente los asesinatos de mexicanos que intentan cruzar la frontera con los Estados Unidos. Aparte, el gobierno de allá los autorizó para que si algún mexicano les arroja alguna piedra, disparen contra ellos. Así que ahora son piedras contra balas. Sí que estamos mal. Y se supone que ellos son la policía mundial, que cuidarán de todos los ciudadanos del mundo. No. Cuidan a su gente y hasta la autorizan a matar a gente indefensa en aras de defender su territorio. Y cuidado con cometer algún delito por aquellas tierras. No se les perdona absolutamente nada.                
Pero nos asustamos de ESA discriminación  ¡cuando nosotros discriminamos también a diestra y siniestra! Pero se trata de otro tipo de discriminación no racial. Si porque no son de la misma religión que nosotros; si porque son de otra ciudad; si porque sabe menos o es más inculto o pobre que nosotros; si es hijo de fulanito, o si lo vemos mejor vestido, también. En fin, somos discriminadores.
 ¿Qué necesitamos? Ser más tolerantes y centrados. Finalmente todos somos humanos, temporales y con muchos defectos. Aquí lo importante es estar conscientes de eso y ser un poco exigentes con nosotros mismos. Darle apertura al sentimiento de sencillez que debe caracterizarnos. Si porque hoy tenemos mucho dinero o mucha salud o somos muy famosos, creemos que tenemos el derecho de creernos más que los demás, no. Todo se acaba, menos el amor que hayamos sembrado.

Es difícil entenderlo cuando nada o casi nada nos falta. Pero el tiempo pasa y nosotros también. No esperemos a estar necesitados de dinero, salud, afecto o comprensión. Que no tengamos que pensar: si hubiera hecho esto….o lo otro. Estamos a tiempo. ¡Reflexionemos!.

lunes, 13 de agosto de 2012

Contingencias


Hay veces que realmente no sabemos lo valioso que somos, hasta que llega algún mal momento en que casi terminamos muertos y entonces sí que valoramos nuestra persona.

Hace poco visitaba a una de mis hijas y a su familia, también a mis hermanos y a mis amistades que dejé de ver por un buen tiempo. Desafortunadamente, durante esa visita tuve la mala suerte de pasarme un “alto”  con mi carrito, que obviamente no vi. Todavía sigo pensando que la luz del semáforo estaba en verde para mí, pero el joven que venía detrás de mí se bajó de su auto para ver que no me había pasado nada así como para ver en qué podía ayudar. Me preguntó que porqué no me había detenido si todos los demás lo hicieron. Supongo que yo había visto la luz verde de la siguiente cuadra y, bueno, una camioneta me impactó y me lanzó como trapo contra un tráiler que me hizo rebotar y pegarle a otra camioneta; en fin, mi carro quedó hecho un desastre, no así los demás autos. Llegó la policía a deslindar responsabilidades y me dijeron que no me preocupara pues tenía el seguro de daños a terceros, lo único que tenía qué hacer era arreglar mi carro. Me puse a llorar cuando lo vi, las puertas traseras estaban inservibles y solo pensaba en el gran gasto que iba a ocasionarle a mi esposo. Las personas que estaban allí, el joven que era testigo, las dos señoras dueñas de las camionetas impactadas (que solo recibieron un rasguño) y que afortunadamente estaban ilesas me consolaron, inclusive los policías me dijeron que todo había sido un accidente y que todo el golpe lo había recibido el carro. Afortunadamente así fue; yo he pensado mucho en ese momento y pienso que así es: a mí no me pasó nada, solo el susto y que, no llevaba a nadie conmigo. Si hubiese ido alguien en el asiento trasero, no sé que sería ahorita de mi vida y la de ese alguien que allí fuera.

Tenemos momentos buenos y malos en nuestra vida y quizá ese momento aunque fue negativo para nuestra economía, no lo fue para mi persona. Quizá no fue tan malo como pudiera haber sido ¿no lo creen ustedes?. Cuántas personas mueren a diario en accidentes o quedan mutiladas o incapacitadas para siempre. Ese no fue mi caso. Debemos ver siempre lo positivo de los hechos, aunque todavía esté pagando por esos golpes. Dicen que de los males, el menor y eso fue: de los males que pudieron pasar, realmente me tocó el menor. Debemos pensar qué hubiera pasado si.....y no pasó. Agradezco el don de la vida y todo lo valioso que Dios me ha dado.



lunes, 6 de agosto de 2012

"Tu diamante"

                                                           

                                                           


A través de todos los tiempos, el amor ha sido el motor que mueve los corazones. Gracias a este sentimiento es que se hacen realidad nuestros anhelos, el progreso, la unidad de la familia y la búsqueda de nuestra realización personal. Pero para saber lo que es el amor, es necesario tener una apertura del espíritu. El amor no entrará a la fuerza ni con violencia en nosotros. Y así como el día es a la noche, así es el amor al odio….¡cuidado!

Podemos citar aquí cientos de historias referentes al amor: al paternal, al filial, al romántico, etc. amor de diferentes maneras. Vienen a mi mente recuerdos de películas como Romeo y Julieta, Helena de Troya, Jesús muerto en la cruz por amor a nosotros y un sinfín de relatos de amor. Dicen que nuestro espíritu al nacer es como un diamante en bruto. ¿Qué pasa con esas hermosas y costosas piedras que llamamos diamantes? Que alguna vez fueron rocas durísimas, burdas y toscas y que hubo que procesarlas y pulirlas de muchas y diferentes maneras hasta que tomaron forma. Y así, aquella piedra ruda al fin se convirtió en una exquisita joya de altísimo valor. ¿Valió la pena tanto esfuerzo? ¡Claro que sí!

Así nuestro espíritu si no es pulido se quedará como está: feo, deforme, áspero. Este proceso de conversión o purificación consiste en aprender a través de nuestra vida, las reglas más elementales para una sana convivencia humana: el servicio de nuestra inteligencia y voluntad al bien común. Cuando abusamos de nuestra libertad y nos portamos mal, nuestro diamante interior se deforma, se detiene su proceso de embellecimiento. Cada acto de fuerza de voluntad que realizamos a favor de los demás o de nosotros mismos es un acto de amor. Este es el camino que hará trascender nuestro espíritu a un plano o nivel superior.

¿Y la maldad? ¿Y el odio? Dejemos que se revuelquen de envidia al vernos sirviendo a los demás con tanto amor ¡Pule tu diamante!