martes, 6 de marzo de 2012

T.V. ¿influencia negativa?

Existen temas que abiertamente se exponen en la televisión a horas tempranas de la tarde y que son expresamente para adultos o para jóvenes con criterio bien definido. A veces, la mayoría, son temas referentes al sexo y casi todo el programa dialogan en doble sentido o según ellos, de manera cómica para hacerlo parecer más natural, más “a la moda” o sea, que si estamos viendo ese programa, no nos asustemos por lo que dicen sino que nos riamos por todas las peladeces que exponen, pero de manera “tan natural”,  que de veras piensa uno si los mal pensados somos nosotros.

¿Será  que estos mismos personajes de dichos programas dialogan con sus hijos e hijas igual que como se expresan? Sé que hay gente muy culta allí, pero escasa de valores morales. Hacen parecer al hombre  como un ser con un cerebro cuya primordial necesidad e interés es el sexual, posiblemente así es, pues sólo de eso hablan. No escandaliza el hecho de que haya ese tipo de programas, pues para eso es la libertad de expresión, pero sí molesta que la hora sea tan inapropiada y que muchos de nuestros niños y adolescentes aprendan  de manera bastante vulgar a expresarse tal y como lo escuchan de los protagonistas de esas series televisivas. Si la televisión es un importante medio visual para aprender, ¿por qué permitimos esto?  Si  los padres por no querer parecer anticuados permiten que sus hijos vean esos programas, después no se quejen de las consecuencias. Inclusive muchos jóvenes lo comentan por las redes sociales de Internet. Quieren parecer muy modernos, muy libres y muy naturales. Por tal motivo, sería prudente cambiar la hora de dichos programas para más tarde, a fin de que solo los adultos y las personas con madurez de carácter los disfruten. Antes los adultos podían ver películas pornográficas si querían a altas horas de la noche, ahora pueden verlas a cualquier hora del día y no sólo ellos, también sus hijos de cualquier edad.
Es cierto que vivimos junto a un país que otorga muchas libertades y que seguimos su moda, pero esto no quiere decir que también cambiemos nuestras normas de conducta. Todo debe llegar a su tiempo. La educación sexual y su orientación deben estar en manos de gente capacitada y competente, no de personas que conocen muy bien su cuerpo y sus inclinaciones naturales, pero que bromean con lo más sagrado que nos fué dado: nuestro ser y nuestra vocación a reproducirnos.
 Padres: cuiden a sus hijos. No por no querer parecer anticuados, dejemos de prohibir lo prohibido e ignoremos el daño que nos están causando estos programas. ¡Ya bastante tiene México con tanta degradación!

                                                       
                                                             

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