martes, 13 de marzo de 2012

El Hambre

                                                                               



Hace poco escuchaba cuánta gente moría de hambre ¡en pleno siglo XXI! y eso ocurre hoy día en nuestro país. No me imagino a niños o personas que coman una vez o ninguna al día, menos que vivan con una comida cada dos o tres días. Y uno piensa: bueno y yo ¿qué tengo que ver con esto? En parte tenemos razones para pensar así, sobre todo ahora que hay muchos despidos, que los sueldos los han recortado a la mitad y que los precios aún de los alimentos más elementales, han aumentado. Pero con todo, no tenemos ese tipo de carencias y, precisamente porque no carecemos de estos bienes es que no nos damos cuenta de lo paupérrimo que están otras personas.

Resulta inconcebible que habiendo gente mexicana millonaria no puedan o no quieran compartir algo de lo que han acumulado. Esto es así. Unos pocos son magnates, unos pocos tienen todo el poder en sus manos, unos pocos rigen el destino de nuestro país, unos pocos tienen el corazón lleno de bondad. También unos pocos se interesan por los pobres, por los enfermos, por los violentados. Siempre unos pocos. ¿Será que también las enfermedades del alma son contagiosas? Yo creo que sí.

Dicen que si las personas con hambre tienen un pan qué comer, creerán en el amor, si no, no. ¿Cómo poder hablar de amor, de compartir, de confiar, si no compartimos, si no amamos, si no confiamos? ¿Somos gente sencilla y honesta? Entonces podemos compartir aún lo poco que tenemos. Por ejemplo, en algunos supermercados tienen unas cajoneras de fierro, como cajas, para recibir donativos en especie que ellos a su vez, llevan a las comunidades de la tarahumara y otras regiones pobres ¿porqué no comprar una bolsita de arroz, de frijol, alguna latita de atún, de elote, etc., que no cuesta mucho? ¿Por qué nos cuesta tanto desprendernos de tantito? Sin embargo, vamos al cine y son más de $50.00 por cada uno y no pueden faltar las palomitas, de $25 para arriba pero nos cuesta mucho ser generosos con $10, $20, no se diga con $200. Esos números que alguien dijo, San Pedro no los conoce, pues nunca entran al cielo. 

No nos olvidemos que tenemos una tarea: la de descubrir el significado de la propuesta del amor solidario, el valor del respeto, de la humildad, de la libertad. Cumplamos con la parte que nos corresponde y aliviemos en lo que podamos a sanar tantas heridas, tanta incomprensión, tanta hambre física y espiritual que tiene el  mundo.

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