jueves, 15 de septiembre de 2011

Decisiones difíciles

Hablar de una separación permanente de la pareja es un tema bastante delicado. No  es el punto abordar el tema del divorcio específicamente, pero sí a las situaciones que permiten que una pareja tome tan terrible decisión.
Hay muchos elementos negativos en su mayoría, que hacen posible tomar esta decisión: la falta de comunicación, el temperamento natural de cada cónyuge o compañero de nuestra vida, las discusiones frecuentes por culpa de la cuñada o de la suegra que casi nunca falta; la distancia geográfica y física de cada uno ( por motivos de trabajo), la ausencia frecuente de uno de los dos, también por motivos de trabajo, situación que pone a la mujer en una situación de soledad a la que quizá no estaba acostumbrada; la avaricia, la infidelidad, la violencia física, verbal o psicológica, en fin, hay muchos elementos que no terminaríamos de definir.
Creo que el mayor de todos los males es la soberbia de uno de los dos o de la pareja en sí. No saber pedir perdón, no reconocer los errores con humildad porque la confunden con humillación. No tomar en cuenta todo el esfuerzo que hace el hombre o la mujer, según el caso, por tener una mejor posición económica. Ignorar el sacrificio de la mujer en su casa o con sus hijos. Y cuando hay hijos de por medio, las consecuencias son funestas por esta decisión. Alguno de ellos pensará: ¿Y mi vida, qué? ¡Tengo derecho a ser feliz, a vivir MI propia vida! Y esto, es el mayor de los egoísmos sobre todo, cuando hay hijos. Ellos no pidieron venir al mundo. Y mucho menos se imaginaron que uno de sus padres los abandonaría por la causa que fuese. Solo cuando es absolutamente necesario y no hay que recalcarlo, se dará el divorcio de la pareja. Recapacitemos amigos: nuestra vida, nuestras decisiones YA las tomamos. Si fracasamos, tratemos de corregir los errores, pero NO a costa de la felicidad de nuestros hijos. Acordémonos que cada miembro de un matrimonio es 100 por ciento responsable del éxito o fracaso de él. No sólo la mujer debe cargar en sus hombros toda la responsabilidad. Los hijos son de los dos, no sólo de ella. Cuando tomen una decisión difícil, piénsenlo dos veces. Quizá la diferencia entre ustedes no se arregle, pero traten, hagan un esfuerzo por conservar su unidad. Su mutuo amor puede renacer con un poco o un mucho de buena voluntad, sobre todo recuerden los tiempos de su noviazgo, si no ¿por qué se casaron? ¿Obligados o voluntariamente? Acuérdense de sus buenos tiempos y encomiéndense a Dios.




                                         

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