jueves, 10 de octubre de 2013

Soltar amarras


Hay veces que la angustia nos arrastra como un caballo desbocado. Cuando ni las palabras consoladoras o el abrazo amigo nos mueven. Tal parece que traemos un huracán dentro; o como si un volcán interno fuese a explotar. Nos rodean las tinieblas, nos sentimos solos y desesperados; todas las puertas al parecer, están cerradas; no hay salida. Pareciera que es el fin del mundo, de “nuestro” mundo. El sufrimiento psicológico es tremendo y hasta parece que dejamos de vivir el presente.

La angustia, la desesperación, la tristeza, la soledad, el sufrimiento, son parte de nuestra vida, al igual que la muerte lo es. Pero lo mejor de todo esto, es darnos cuenta de nuestras limitaciones y aceptar nuestra impotencia. Salir adelante y luego, ver hacia atrás esos momentos tan depresivos. Pero….¿cómo? Cuando nos aferramos a las cosas, a las personas, al poder, al placer, al momento mismo de tener, es cuando perdemos la visión real de las cosas y su dimensión. Cuando soltamos todo aquello y lo dejamos ir, es cuando empezamos a crecer. Recuerdo que en algún momento de estos tiempos de la inflación económica, hubo una persona millonaria que se suicidó porque de los 80 millones que tenía, había perdido casi la mitad y eso no lo pudo soportar. Seguramente se llevó la otra mitad al “más allá”.                            
                                                                           

¿Qué no sufriremos más? A nadie le gusta sufrir. Pero esto es también parte del equipaje que trajimos al nacer. “Dejar hacer, dejar pasar” es la brújula que nos debe orientar. Nadie debe suplantar el lugar que le toca al otro. Si nos tocó la de malas, ni modo, no todo será malo para siempre. Total, nacimos sin nada, sin nada moriremos. Disfrutemos el momento de salud, de bienestar, de afecto de que gozamos en este momento. ¿Por qué imaginarse cosas que todavía no son? Valoremos el presente y soltemos amarras.

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