Hija mía:
La
bondad y la maldad nacen del corazón. Nada hay fuera de ti que te obligue a
proceder bien o mal, sólo tu voluntad es la que puede elegir. Cualquier persona
puede obligarte a realizar actos que van en contra de tu voluntad pero, aún
así, si tú no quieres, ese o esos actos no se te tomarán en cuenta, porque
fuiste violentada contra tu libertad de elección.
No
creas las adulaciones de aquellos que solo pretenden usarte para sus propios
fines, ya sean de placer o de poder. Sus labios dicen lo que su corazón
mentiroso les dicta, pues están llenos de falsedad y malos deseos. Escucha tu
conciencia, pregúntate siempre a ti misma si es correcto lo que vas a hacer, a
decir o a omitir. Todos al nacer, llevamos un sello muy particular en nuestro
espíritu: “Made by God". Este sello profundamente grabado en
nuestros corazones nos distingue de los seres vegetales, animales o inanimados.
Gracias a ello podemos hacer un buen uso de nuestra inteligencia y de nuestra
voluntad.
Esmérate
en escuchar tu propio interior y distingue la bondad de la maldad. Esfuérzate
por alimentar ese espíritu que llevamos como una gran responsabilidad, para
hacerlo crecer y presentarlo al final de nuestros días, limpio, adulto, sano y
alegre y así, reunirnos como la gran familia que somos en la casa de nuestro
buen Padre.
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