martes, 22 de octubre de 2013

Carta a mi hija


Hija mía:

La bondad y la maldad nacen del corazón. Nada hay fuera de ti que te obligue a proceder bien o mal, sólo tu voluntad es la que puede elegir. Cualquier persona puede obligarte a realizar actos que van en contra de tu voluntad pero, aún así, si tú no quieres, ese o esos actos no se te tomarán en cuenta, porque fuiste violentada contra tu libertad de elección.

No creas las adulaciones de aquellos que solo pretenden usarte para sus propios fines, ya sean de placer o de poder. Sus labios dicen lo que su corazón mentiroso les dicta, pues están llenos de falsedad y malos deseos. Escucha tu conciencia, pregúntate siempre a ti misma si es correcto lo que vas a hacer, a decir o a omitir. Todos al nacer, llevamos un sello muy particular en nuestro espíritu: “Made by God". Este sello profundamente grabado en nuestros corazones nos distingue de los seres vegetales, animales o inanimados. Gracias a ello podemos hacer un buen uso de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad.

Esmérate en escuchar tu propio interior y distingue la bondad de la maldad. Esfuérzate por alimentar ese espíritu que llevamos como una gran responsabilidad, para hacerlo crecer y presentarlo al final de nuestros días, limpio, adulto, sano y alegre y así, reunirnos como la gran familia que somos en la casa de nuestro buen Padre.



                                                  

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