En la vida encontramos
toda clase de libros buenos y malos, pero los mejores siempre serán los que
escribamos con nuestras alegrías y sufrimientos, con nuestras derrotas y
nuestros éxitos. Cada día vivido es una página de nuestra vida y la escribimos
en la historia de la humanidad hasta el último día de nuestra existencia. De
manera que cuando volteamos hacia el pasado, vemos las páginas amarillentas y
arrugadas por el paso del tiempo. Aún no sabemos cómo serán las nuevas páginas
que nos esperan ansiosas de ser escritas con nuestro espíritu. Así es. Cada día
será siempre un nuevo amanecer y una esperanza de que todo mejore, aún aquellas
penas que nos persiguen y no nos dejan en paz. Sin embargo, al igual que el
resto de todos los libros que se han escrito con las vidas de todos los seres
humanos que una vez estuvieron aquí, ojalá que el nuestro sea un libro
prometedor, lleno de amor, porque es el amor el que le dará sentido a nuestra
existencia. No hay que esperar a que alguien nos de amor. Quizá éste o aquél no
tienen suficiente para dar, pero nosotros sí que tenemos y en abundancia. Que
nuestro libro brille por ser el mejor Best Seller o lo que es lo mismo, el más
vendido y aunque éste nuestro libro de la vida no se vende, si necesitamos que
nuestro paso por este maravilloso mundo, se refleje en él. Que no vivamos
regresando aquellas páginas dolorosas para no empolvarnos con el pasado y
terminemos con alergias por tanto polvo. Que podamos escribir cada página con
el testimonio de nuestra vida, simple y transparente, luchadora y positiva, con
letra hermosa, producto de nuestro espíritu.
Si cada acto de buena
voluntad que realizamos a favor de alguien, no solo de los que amamos, se
anotara en nuestro libro, sin duda que iremos derechito al cielo. Así que
debemos tener presente que nuestras penas, fracasos, dolores, enfermedades, son
perlas que serán escritas con sangre del alma nuestra. Y una corona de
diamantes será la portada de ese libro escrito por amor y con amor y el epílogo
dirá: “Aquí yace una persona que derramó amor en abundancia”. ¿Algo mejor para
nuestro epitafio?
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