miércoles, 13 de marzo de 2013

Esclavos de las cosas




Aferrarnos a las cosas, lo único que nos acarrea es preocupación. Aparte, ésto nos motiva a aumentar los sentimientos e impulsos negativos, primeramente la angustia,  la ambición, la avaricia, el deseo del poder, del placer, del tener y muchos otros. Es difícil percatarnos que realmente necesitamos de muy poco para vivir y mucho menos para sobrevivir. ¿Por qué tener 50 pares de zapatos cuando podemos utilizar solo 2 ó 3 pares? O ¿30 bolsas, docenas y docenas de aretes, de joyas, de cosméticos? Compramos 10, 20, 30 blusas, faldas, camisas, pantalones, cuando ni siquiera sabemos si llegaremos a “estrenar” esa ropa nueva. ¿Por qué esa compulsividad de tener y tener cada vez más? No se diga en otros aspectos sociales: casas, automóviles, terrenos. Nos llenamos de cosas y nos vaciamos de lo esencial.

¿Qué es lo esencial? La inteligencia y la voluntad al servicio del Bien común y el bien común no es el particular, es el bien referido a todos los que estamos viviendo en este mundo tan injusto y tan pobre. Es importante hacer uso inteligente de nuestra libertad para elegir lo que necesitamos. Elegimos por decisión propia, no por obligación. Así, podemos elegir comprar 1 vestido en vez de 2, 3 ó más. Igual respecto de los caballeros: una camisa a la vez, no 5 ó 10. Lo más importante es lo que somos, no lo que queremos que otros piensen que somos. Aparentar, presumir, distinguirnos, ser diferentes u originales, solo nos limita, nos ayuda a permanecer esclavos de las cosas, del “qué dirán” o a aferrarnos a una serie de vicios que empequeñecerá nuestra verdadera personalidad, la de personas íntegras.

Es necesario pensar en los demás, no limitarnos a nuestras necesidades, cuando hay tanta hambre y tanto sufrimiento en el mundo. Formemos parte de la humanidad aportando lo que podamos en beneficio de los más necesitados. Finalmente, recordar que somos hermanos porque somos humanos.

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