Hasta
hace poco mi vida fue algo que aún no logro definir…si fue efímera, fugaz,
confusa, estresada, medio feliz, ocupada o qué. No sé si a mi edad (tercera
edad) sea lógico estar pensando de esa manera. ¿Será que mi madurez fue irreal?
¿Será que los años pasaron y yo no aprendí nada de la vida?
Veo a las personas pero no conozco su vida: si
son o no felices; si sufren o no; si se sienten realizadas como personas o no;
si tienen ilusiones o no. Veo parejas de jóvenes, de personas maduras o de
ancianos y quién sabe cómo fue su vida. Ni siquiera ahora entiendo cómo me pasé
la vida sin saber cuál era la finalidad de tener una pareja a mi lado. ¿Para
que me amara? ¿Para que me acompañara? ¿Para complementarlo yo a él?
He
tenido que vivir no una, ni dos, sino muchas desilusiones para entender que mi
función es ser consciente de quien soy. La vida ha tenido que plantearme
este tipo de problemas matrimoniales para confrontarme con la realidad. ¿Y cuál
es esa realidad? Soy una persona muy valiosa, creada para amarme a mi misma
primero, para cuidarme a mi misma; para consentirme a mi misma y para conocerme
a mi misma antes que a nadie. Porque ….¿cómo puedo conocer a mi pareja si no me
conozco yo a mi misma? ¿si no sé qué quiero? ¿si no sé quién soy? ¿si no me amo
a mi misma? ¿Cómo y de qué manera puedo conocer o amar a alguien si no me amo a
mi misma?
Creyendo
en viejas costumbres, en leyendas, en cuentos infantiles, esperamos (todos) que
al crecer llegará nuestro hombre o mujer ideal. Aquél que nos hará felices para
siempre. Y cuando llega (el que sea) creemos que ese es nuestro destino.
Ponemos nuestra potencialidad, nuestro poder en sus manos…¡Pero qué
irresponsables somos! ¡Qué ingenuos! Si al menos alguien nos ayudara en este
proceso de maduración…pero al parecer estamos en un ensueño permanente.
Somos
únicos. Somos perfectos. Éste es el regalo que Dios nos ha dado. Ha impreso su
huella en nosotros. Somos hijos de un Dios…perfecto, santo, divino, infinito,
amoroso y eterno. Dios es amor. Y Él espera que nosotros entendamos que somos
un regalo para nosotros mismos. Nos merecemos lo mejor. Entonces……..aspiremos a
“lo
mejor”. Pensar positivo; pensar en abundancia; pensar en felicidad;
pensar en salud. Siempre, siempre, pensar con empatía. Dejar los pensamientos
negativos…¡cancelarlos!..........no permitir que influyan en nosotros.
Tener la certeza de que todo estará bien……….y estará……..…¡porque
así
lo pensaste!
¡Sé consciente de que tú eres un regalo de
Dios!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por leer estas reflexiones personales y por tus comentarios.