Siempre volvemos al mismo tema: ¡EL AMOR! Pero, ¿no es eso lo que nos mantiene vivos, activos, estimulados, vigorosos? ¿No es la falta del amor, lo que nos deprime, nos abate, nos enferma? Por más que la humanidad diga y repita que sólo la mujer es la encargada de surtir al hombre de esa carga emotiva que es el amor…..entonces, ¿el hombre no ama? ¡Claro que ama! Pero ellos son diferentes de las mujeres: ni son tan emotivos como nosotras, ni tan sensibles ni románticos. Quizá hablarles en términos mecánicos, digitales, científicos, metálicos, palpables, concretos o qué sé yo, los haga comprender el idioma del amor que nosotras las mujeres deseamos transmitirles.
Para
nosotras, las flores, los perfumes, los poemas, las canciones, los piropos, son
el punto débil que nos hace enloquecer. Para ellos ¿???????? No creo. Más sin
embargo, el amor del hombre puede ser más fuerte y más decidido que el de una
mujer. Cuando ama, lo hace con todo su ser. Pero no obsesivamente, sino razonablemente.
El cuida, protege a su pareja; le ayuda a crecer, a realizarse como su mujer.
Le da su tiempo y su espacio. Ese es el amor verdadero. El hombre inteligente
sabe y conoce y valora a su mujer. El débil, no. La cambiará por otra u otras
cuando así lo considere necesario. No es fácil conservar a un hombre toda la
vida. Lo de menos es el principio de la convivencia. Lo difícil es lo que
sigue. El ir tomados de la mano siempre, acordando lo mejor para los dos, o
para los que integrarán la familia, será cuesta arriba; pero si la mujer
valora, si el hombre valora, cultivará y regará cada día, cada momento, la
semilla del amor. Y eso no cansa, no fastidia, no molesta. Al contrario, nos
estimula, nos alienta, nos hace felices. Nos hace sentirnos realizados
plenamente como seres humanos y algo divinos. No nos cansemos de amar.
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