¿Qué es lo que tenemos que sea nuestro, propiamente nuestro? Nuestra casa, nuestros hijos, nuestra ropa, pertenencias incluyendo casa, muebles, joyas, carros, propiedades, bienes muebles e inmuebles decimos que son nuestros. ¿Y por qué razón lo decimos? ¡Porque nos ha costado! Dirán algunos o la mayoría de nosotros. Y es por esta misma razón que cuando perdemos algo de lo anterior, sea material o sea una pérdida de un ser querido nos duele muchísimo. Nos acostumbramos a tener aquello y a considerarlo nuestro. Bueno, en la escala de valores individual siempre será el primer lugar para los que amamos y……está bien.
El problema no es tener
poco o tener mucho, el problema es que nos apropiamos de las cosas y aún de las
personas con tanta vehemencia que casi no podemos con el dolor de perderlas.
Realmente todo en lo absoluto nos ha sido regalado o nos ha sido permitido adquirirlo.
Aunque haya en el mundo tanta gente indigna de poseer aquellos dones tan
valiosos que hemos recibidos. Madres sin corazón que regalan o matan a sus
hijos; avaros que poseen mucha riqueza y que no se permiten compartir nada,
migajas si acaso (para los pobres); gente con mucha sabiduría que se guarda
todo para sí en vez de compartir sus conocimientos con gente menos agraciada
que ellos; en fin, seres que tienen un corazón de piedra. Pero para los que se
consideran que su corazón sí es de carne, es esta reflexión: compartamos lo que
tengamos, poco o casi nada, desde bienes económicos, hasta amor, sonrisas,
consejos, participación activa, comunicación, consuelos, esperanza, pues todo
nos ha sido dado y lo único nuestro es todo ese amor que podemos esparcir entre
los necesitados. Y cada vez que demos, recibiremos, ténganlo en mente.
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