martes, 12 de noviembre de 2013

En familia con los nietos





Dado que soy abuela desde hace rato, me atrevo a comentar algunas de las cosas que me han pasado. Cuando mis primeros nietos aparecieron en la escena de la vida, nos sentimos rejuvenecidos y realizados. Pensamos que ya todo estaba hecho y que solo nos restaba cuidarlos de vez en cuando, quererlos mucho y mimarlos. Nunca sabe uno las vueltas que da la vida y no sabes si tienes que volver a practicar las peripecias de cambiar pañales, de arrullar bebés, de desvelarte, de dar consejos sobre cómo quitarle los cólicos a los recién nacidos y un montón de cosas más que la nueva mamá desconoce. Tampoco sabes si algún día no muy lejano te tocará quedarte con ellos un fin de semana, unos meses, unos años o el resto de tu vida; obviamente de tu vida, no de la de ellos.

He conocido y tengo amistad con algunas personas de mi edad que son también abuelas como yo. Algunas cuidan a sus nietos noche y día porque la hija se divorció y el papá ni sus luces. Otras se ocupan de ellos toda la semana porque los papás trabajan y no hay dinero suficiente para pagar a alguien que los cuide. Otras abuelas más afortunadas reciben la visita de sus nietos el fin de semana y allá va el abuelo a comprarles sus golosinas favoritas. En fin, nietos van, nietos vienen y nosotros nunca dejamos de preocuparnos por todos ellos. Algunos crecen con un buen recuerdo de los abuelos, otros no tanto.

Sin embargo, creo que a pesar de todo lo que hagamos por ellos, nunca nos agradecerán lo suficiente. Y jamás debemos esperar agradecimiento de su parte, porque pienso que así también fuimos nosotros con nuestros abuelos. No desagradecidos pero sí olvidadizos. Pensamos que ellos tenían la obligación de cuidarnos, de mimarnos, de pasearnos o de comprarnos cosas. Que tenían también la obligación de autorizarnos a hacer aquellas cosas que nuestros padres no nos permitían hacer. Lo que sí debemos tener presente es qué clase de recuerdo deseamos que nuestros nietos guarden respecto de nosotros. Respetar las reglas que les establezcan sus padres, nuestros hijos, y hacerles sentir que los amamos, sencillamente porque son nuestros nietos.

 

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