Cuando los jóvenes son novios, se conocen, se
aman y se respetan. Bueno, eso era antes. El noviazgo era para conocer a la
pareja y si congeniábamos con ella, habría boda. La mujer anteriormente no
trabajaba fuera de su hogar porque casi de inmediato quedaba embarazada y había
que cuidar a los hijos. No había como hoy, abuelas que se encargan de ellos a
tiempo completo, porque sus padres “trabajan” todo el día. Hoy, muy apenas se
conocen chico y chica y ya probaron que “son compatibles”, al menos
sexualmente. Viven juntos para ver si congenian o si se caen bien y entonces,
probablemente algún día se casen. Ya ninguno de los dos quiere establecer un
compromiso y dejan muy en claro que el amor y la unión sexual son algo muy
diferente. Por eso tenemos bastantes madres solteras.
Por otro lado,
las nuevas parejas establecen sus propias reglas. Son reglas con privilegios
determinados. Se dan un día a la semana de “libertad” para que cada cónyuge
haga lo que quiera, donde quiera y con quien quiera. He conocido historias de
parejas donde el marido tiene que lavar, planchar y atender a sus hijos porque
su mujercita llegó “cruda” y al amanecer. ¿Qué es eso? Libertinaje ,
así se llama, libertinaje. Los límites del amor y el respeto entre la pareja ya
no son como deben ser. Ahora, los señores tienen que ajustarse a las condiciones
de su señora y comen donde pueden, dando lugar a infidelidades inevitables,
tanto de parte del marido como de la esposa. El, se siente solo; ella,
incomprendida. Y ya saben: pronto aparecen los “consoladores” oportunistas.
Aparte, con
tanta soberbia y avaricia en los matrimonios modernos, no hay lugar adecuado ni
atención para los hijos y luego nos quejamos. ¿Qué recuerdos buenos puede tener
un niño que estuvo oyendo tantas discusiones o que tuvo que hacerse él solito
el desayuno o la cena? Realmente esos niños serán “niños problema” en la
escuela. ¡Muy triste situación! El respeto, la comprensión y el amor van de la
mano y ¿dónde quedó todo eso? Recuerden amigos: “y los dos se unirán y serán
una sola carne” no 3, sino 2.
¡Recapaciten! Conservemos nuestra postura de gente con dignidad, viriles y guardianes
del hogar; defendamos el honor de la familia y no permitamos que nadie ni nada
la destruya. Recordar nuestro valor. ahora y siempre. Seamos un matrimonio moderno, estable y feliz. Comprometámonos con lo que amamos y establezcamos las reglas necesarias para que logremos la unidad y el amor permanente. Siempre es posible dialogar, comprender y aceptarnos unos a otros con
nuestros errores y defectos. Si amamos a nuestra pareja, todo es posible.
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