miércoles, 8 de febrero de 2012

¿Quién manda en casa?

Cuando mi sobrino estaba en la Primaria, el maestro les preguntó: ¿Quién manda en su casa? y él muy ufano contestó: “mi tía”.
Supongo que mi tono golpeado de hablar le indicaba al niño que yo era quien llevaba la batuta en la casa. Aquella vez , cuando el maestro mandó llamar a mi cuñada para preguntarle quién era “la tía”, ella le dijo que como convivíamos juntas las dos familias, el niño sentía que así era, que la máxima autoridad era la tía. Me dio pena con mi marido esa experiencia, pues debió sentirse relegado a un segundo plano. Aclaramos aquella situación que ahora recordamos con risas.
Pero volviendo a un plano más serio, parece que muchas familias están en constante competencia por sentir que quien manda es él o ella. En la familia lo más importante no es saber quién manda, sino quién dirige, quién organiza, quién compra, quién cuida, quién disfruta, quién trabaja, quién descansa, en fín, el que tenga más amor será el que tiene más derecho que ninguno. Aquí lo más importante es SERVIR. El que sirve más, es el que tiene más prioridad. Una vez me tocó escuchar a una pareja; traían a un niño como de 6 años y estaban de compras en el mercado. Ella había puesto en su carrito del Super unos yogurts y entonces fue cuando escuché al tipo (supongo que era su marido) vociferar ¿Quién trabaja? ¡Yo! ¿Verdad? ¿Quién gana el dinero? ¡Yo! ¿Verdad? Y acto seguido echó un paquete de cervezas al carrito y sacó los yogurts. Se le veía bastante molesto y ellos se veían muy apenados. Así que supongo que él mandaba en su casa ¡y de qué manera! Ese sí que era dictador. Qué tristeza recordar aquella escena que aún perdura. Ojalá que los caballeros entiendan que ser de esa manera no les da más autoridad, sino más fealdad y más rencor de parte de los miembros de esa familia.
Tener autoridad sobre los demás no significa abusar de ella. Significa guiar, sugerir, ordenar, administrar. Significa ganarse la confianza y el afecto de los que le rodean, sea en su familia o en su trabajo. Así, con el amor como bandera puede guiar a su familia como cualquier buen líder lo haría. Que sea el amor el que manda.




                                                                           

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