jueves, 12 de enero de 2012

¿Riqueza extrema.........?

“Si quieres ser perfecto, ve y reparte tus bienes, luego sígueme” ¿Qué pasó entonces? ¡Claro que no lo siguió! (a Jesús) ¿Cómo cree éste que después de tener tanta riqueza y con todo lo que le había costado, la va a regalar nada más porque sí? ¡Claro que no! Este es un pasaje de la Biblia que cuesta trabajo aceptar para que forme parte de nuestra vida. Estamos tan apegados a los bienes materiales que duele dejar atrás las cosas porque nos han costado mucho esfuerzo conseguirlas. Pero si bien es cierto que no es malo ambicionar con límite, sí es prudente no acumular demasiado. Si bien es cierto que hay gente millonaria y de buen corazón que contribuyen de manera notable en obras de caridad, también es cierto que mientras tengamos mucha gente pobre y sin nada qué comer en varios días es nuestra obligación velar por ellos. Dirán ¿y por qué? Porque somos la familia humana y todos vivimos en el mundo. No es justo que mientras unos comen de todo,varias veces al día  y de todos los manjares habidos y por haber, en otro lugar del mundo haya gente que no tiene ni un pan ni un lugar dónde guarecerse. Lugares donde no hay nada que comer por causa de la sequía y por supuesto tampoco hay cosechas qué vender para conseguir algo de dinero y comprar alimentos indispensables para la familia.
Por supuesto que no se trata de regalar a diestra y siniestra todos los bienes que de alguna manera, no nos hacen falta, sino de participar como podamos en la creación de nuevas fuentes de trabajo. Tener lo suficiente para subsistir no es malo, es más, ES una obligación; trabajar por nuestra superación económica tampoco es malo. Todo lo que hacemos en beneficio de nuestra familia estará bien, siempre y cuando no rebasemos los límites de los valores morales, como por ejemplo, almacenar para que nuestros descendientes hasta la cuarta y quinta generación tengan sus milloncitos generando intereses. No nos justifiquemos aludiendo necesidades extravagantes, antes bien pensemos y reflexionemos cuánta responsabilidad tenemos como seres humanos.
El desafío de estos tiempos de competencia, soberbia y extrema avaricia, nos sitúa en un conflicto de conciencia. Y no sólo a los que nos decimos cristianos, sino a todas las razas y credos de la humanidad. También atañe a la gente que por algún motivo muy personal olvida la razón por la que están al frente de alguna congregación. Ellos también deben hacer conciencia de hasta dónde es el límite de la necesidad y no engañarse a sí mismos.
Recapacitar en este nuevo año con sinceridad nos hará crecer más como auténticas personas en pleno desarrollo. ¡Feliz año nuevo!



                                                                       

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