sábado, 19 de noviembre de 2011

Creer o no creer

 Acerca de la teoría del Bing Bang que significa “la gran explosión”  impresiona la gran cantidad de información que hay al respecto. Se dicen mucho  cosas de la Física y de la Química, refiriéndose a todos los elementos que los Cosmólogos tienen en cuenta para describir cada uno su teoría acerca del momento en que el Universo hizo su aparición. Han existido desde el principio de los tiempos muchos estudiosos que hablan al respecto: George Lemaitre, Edwin Hubble, George Gamow, Friedman, Walker y el más reciente Stephen Hawking, un hombre discapacitado pero un gran filósofo y sabio.
Este último dice que la religión y la ciencia no están peleadas pero que, en lo particular, él no cree que Dios exista o que haya creado el universo y cuanto en el existen. También dice que respeta a todos los hombres de fe, pero que no concuerda con ellos.  Dios no necesita que nadie lo defienda.  El lo hará por sí solo. La Naturaleza nos habla, nos muestra sus maravillas y Dios existe a pesar de que crean o no en El. Nada de lo que existe ahora es producto de la casualidad, empezando por nosotros mismos, por lo que pensamos, por lo que sentimos, por lo que descubrimos día a día. El creador de todo cuanto existe nos deja SER, así de sencillo. Nos regaló la inteligencia y la voluntad para creer o no en El.  Aún el primer átomo tuvo que ser creado por un ente superior y perfecto que no está compuesto de materia, pues si así fuera, tendría un principio y un fin y Dios es infinito. Y es cierto que a veces la religión, más bien, las personas que representan a Dios aquí en la Tierra, nos limitan, nos atontan o nos intimidan con sus prácticas. Es cierto que gente que debería ser sencilla y humilde, casta y sincera, se valga de la religión que profesa para engañar a gente inocente; que se enriquezca con las limosnas de sus feligreses y que sean unos verdaderos “padrastos” para sus hijos espirituales. Gracias a este tipo de personas, hay muchísima gente que se ha retirado de las prácticas religiosas. Gracias a ello estamos viviendo tanta violencia, tanta prepotencia, al grado de negar la existencia de Dios y creer que de veras somos nosotros los que “creamos” o “descubrimos” la tecnología, las vacunas contra las enfermedades, el amor, la paz. Ojalá que los discapacitados espirituales dejen atrás sus limitaciones y su ceguera y reconozcan  que uno sólo es EL SEÑOR. Respetar todas las ideologías y  saber que vivimos en un mundo de libertad donde podemos expresar nuestras opiniones es motivo de alegría y satisfacción.



                                           

                                                          

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