jueves, 11 de agosto de 2011

LA NATURALEZA NO PERDONA

A veces son tantas las dificultades por las que atraviesan las mujeres, madres solteras, abandonadas, divorciadas o viudas, que de veras da tristeza. Y no  solo en nuestro país, tan golpeado por la violencia y el secuestro, sino también los millones de mujeres en el mundo que en este momento están siendo sometidas a los más crueles abusos por parte de los traficantes de personas.                  
 ¡Cómo es posible que por dinero, se   comercie con los cuerpos de las personas! Y no solo los encargados directamente del tráfico de inocentes, sino también los intermediarios son tan culpables como los primeros. ¿No saben los culpables que ese dinero con el que alimentan o sostienen a su familia es dinero SUCIO? ¿No saben que es dinero obtenido con mucho dolor y que ese dolor tendrán que pagarlo ellos mismos, su familia y sus nietos? No, no lo saben. Si lo supieran ¿se detendrían? No se necesita ser Dios para saber que sin duda, lo pagarán. Quizá no lo veremos, pero así será. Las leyes de la Naturaleza son perfectas y fueron creadas para servirnos, sana, justa y equitativamente. Si violamos estas leyes, los hombres quizá nos perdonen, Dios sin duda lo hará, pero la Naturaleza, NO. Si transgredimos sus leyes, nos aplicará el castigo que merecemos. Todos los días se puede ver que así es. Algunos primero, otros después, pero siempre será así. Es la Ley.
 Cuántos delitos se podrían evitar si nuestros jóvenes estuvieran bien informados. Si en nuestras escuelas tuviésemos clases de Moral donde se les instruyese  a los alumnos y se les preparase adecuadamente, así como hoy se les enseña a protegerse, escondiéndose debajo de los mesabancos cuando hay algún enfrentamiento con los delincuentes. Enseñar a nuestros niños y jóvenes el respeto por la vida y alertarlos contra los depredadores, para no llegar a ser un número más en las estadísticas oficiales. Mejor que maduren con nosotros que con extraños. Por eso es importante la comunicación con nuestros hijos, sobrinos, amigos y parientes. Alertarlos. Enseñarles que no deben hablar con extraños por más elegantes, juveniles, guapos o graciosos que se vean. Nunca estará de más comentar lo que pudiera pasarles si no escuchan los consejos. Obedezcamos las leyes de la Naturaleza y no abusemos de nuestros semejantes.

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