Reflexionando acerca de cuán esclavos somos de nuestras propias ideas, me preguntaba qué tan tolerantes somos con los demás cuando no están de acuerdo con nuestros gustos, nuestras decisiones o nuestra manera de pensar. Porque ¿quién posee la Verdad Absoluta? Solo Dios.
Tendríamos que preguntarnos a nosotros mismos si no somos una amenaza para los que nos rodean, porque somos tan soberbios y tan delicados que no toleramos si alguien nos contradice; no toleramos tal o cual canción que le guste a nuestro amigo o a nuestra pareja; no toleramos que nuestro propio hijo o esposa o compañero de trabajo quiera votar por un partido político diferente al de nuestros gustos y así, muchas más cosas.
Muchas veces no toleramos el simple hecho de que algún “apurado” nos rebase con su carro o que quiera ponerse delante de nuestra fila. Y he dicho “apurado”, no “abusivo”. No sabemos si el que nos rebasó lleva realmente prisa por llegar a algún lado. Recuerdo que una amiga mía (viuda ahora) llevaba a su esposo al Hospital porque le dolía mucho el pecho, pero nadie le cedió el paso y el señor murió al llegar al Hospital. Además ¿qué nos cuesta cederle el paso a alguien? ¿Cuánto más tiempo nos tardaremos? Uno o dos minutos. No sabemos si realmente están urgidos de llegar a algún lado o es cosa de vida o muerte. Aparte, no somos tolerantes ni siquiera con nuestra propia familia, en donde el señor quiere ver el partido de foot ball y la señora quiere ver sus telenovelas.
¿Por qué siempre pensamos que tenemos la razón en todo? Porque nos falta humildad y esa es una virtud. ¿Podemos cambiar? Si es así, podemos cambiar a la humanidad entera. Empecemos hoy con pequeñas decisiones, cediendo a nuestro propio impulso de querer tener la razón en todo y seremos lo que debemos ser: más tolerantes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por leer estas reflexiones personales y por tus comentarios.