lunes, 11 de abril de 2011

La vida comprada


Vivimos así, como si tuviésemos la vida comprada.
La muerte, el final de nuestra existencia. Para el resto del mundo, un día como cualquier otro. Todo sigue su curso. Vivir, dormir, respirar, llorar, reír, trabajar, estudiar, amar, odiar, etc., etc….Todo esto, parte de la vida diaria; pero para el que muere, todo queda atrás. Detenido en el tiempo y el espacio. En este punto ya no hay “toma de decisiones”: “voy a ser bueno, voy a ser malo, voy a ser término medio, voy a corregir esos defectillos que tengo, voy a decirle a mi pareja cuánto la amo, voy a mejorar mi temperamento, voy a regalar algo a los pobres” etc., etc ¿Por qué no entendemos? ¡Se acabó! ¡El tiempo se acabó para los que morimos! ¿Qué nos llevaremos? Ciertamente nada material, si acaso, la ropa que nos pongan. Allá no hay influencias, ni “mordidas”, ni ricos, ni pobres. Todos seremos polvo. Son reflexiones realistas dirigidas principalmente a aquellos quienes viven pensando que tienen la vida comprada. Que dentro de 5 ó 10 años van a vivir de lo que están acumulando o “ahorrando” ahorita, para descansar después. Vivir de las rentas, de los intereses o si acaso del cheque de jubilación. 
Amigos, necesitamos poner los pies en la tierra. Como decía la poetisa Rabaté: “en vida hermano, en vida” no dejemos para mañana pendiente, sobre todo, los asuntos del corazón. Compartamos nuestro tiempo, nuestras ideas, nuestra amistad, nuestra sonrisa, nuestros consejos. Siempre encontraremos en nuestro camino gente deprimida o triste; gente que necesita de un consejo o de nuestra experiencia. Reunámonos con la familia lo más que se pueda, el  tiempo se va volando. A veces el dinero no lo es todo. O como alguien dice “ el dinero no es la felicidad pero es lo que más se le parece”. Quizá sea así, pero el afecto no se compra con dinero y el cariño de nuestra familia menos. Recapacitemos. Reflexionemos: no tenemos la vida comprada. No valoramos el tiempo. Cada minuto es ¡tan importante! ¿Podemos regresar en este instante 5 minutos atrás? ¿No? ¡Claro que no! Solo Dios puede hacer eso. Pensemos y pronto cuál es nuestro objetivo principal en la vida y no dejemos para mañana lo que podamos hacer hoy.

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