viernes, 8 de mayo de 2015

METAMORFOSIS

Es sorprendente cómo se desarrolla la metamorfosis de la mariposa. Un delicado e indefenso insecto que nos maravilla con sus colores. Quizá el contemplar algunas mariposas, fue que estuve reflexionando en el hecho de la semejanza que tiene con nosotros los humanos. Estoy refiriéndome a comparaciones en sentido figurado, no literal.
¿Acaso no somos los hombres y mujeres de todos los tiempos, unas personas que vivimos encerrados en un capullo por años y años sin término, bueno, sólo hasta morir, que nos damos cuenta que pudimos ser una hermosa criatura espiritual? Podemos crecer física, psicológica y  espiritualmente. ¿Pero de qué nos serviría crecer en un solo aspecto? Somos carne y hueso, pero tenemos mente y espíritu. Así lo creo firmemente. Podemos desarrollarnos y crecer y estar muy bien de salud. Podemos alimentar nuestra mente con verdades y valores que nos mantendrán en equilibrio sano. Pero, ¿Cómo nutrir el espíritu? Casi nunca me he referido a la parte espiritual porque me gusta respetar todas las ideologías. Afortunadamente para mí, tenemos acceso a la libre expresión y me es agradable compartirles mis ideas, ideas al fin y al cabo, religiosas.

Me atrae sobremanera saber que al morir mi cuerpo, mi alma permanecerá viva y seré inmensamente feliz, al lado del Ser que me creó: Dios. Pero decir esto es fácil; ser congruente es difícil. Puedo leer la Biblia de corridito, o aprenderla toda de memoria, pero si no sé interpretarla, si no sé adaptarla al momento actual, si no me sirve de guía, de apoyo, de consuelo, ¿de qué me servirá? Puedo inclusive hacer todo esto pero, si no lo aplico a mi vida diaria, ¿qué caso tiene? Puedo mantener mi cuerpo esbelto y bello, sano y vigoroso y ¿qué será de él al final? Puedo ser una mariposa en metamorfosis, puedo cambiar. Empezar a salir de la crisálida o capullo y ser libre, volar en busca de verdades absolutas, de valores y principios básicos, puedo compartirles con mi testimonio, mi alegría de vivir también espiritualmente, alimentando todas las funciones y capacidades que Dios me regaló. ¡Los invito pues, a ser personas en metamorfosis constante!

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