jueves, 25 de septiembre de 2014

Fe y Evolución


Reflexionando acerca de la teoría de la evolución, tenía yo muchas dudas respecto de cómo el mono fue evolucionando hasta convertirse en un ser u hombre con razón propia. Estoy segura de que la Fe y la Ciencia no están peleadas; al contrario, muchas cosas que no podemos explicar por la ciencia, la fe lo puede. Es cierto que descendemos de alguna rama de los homínidos pero, aún eso está por aclararse. Sin embargo, todo son teorías y más teorías porque, ciertamente, no estuvimos allí cuando la Naturaleza fue creada y, por eso, debo reconocer con humildad, que todos los seres, racionales e irracionales fueron creados por un Ser o Inteligencia Suprema, llámese Dios, Poder superior, Perfección Infinita, etc., etc. Basta mirar hacia arriba o mirarse en un espejo para saber que somos tan perfectos que solo nos pudo crear alguien mucho más perfecto. Pero aquí, solo es cuestión de FE aceptar o no este hecho. Y como la fe es un don gratuito, hay que poseerla para poder alcanzar los discernimientos necesarios y así, aceptar que fuimos creados intencionalmente y no por casualidad o causalidad. La ciencia del racionalismo le deja poco espacio a la fe propiamente dicha, porque debilita la parte espiritual nuestra a fuerza de querer enfocar una verdad con unos lentes mal regulados. ¿Por qué? Porque no se puede dilucidar lo que aconteció hace miles de años…pero la fe si lo puede.

¿Cómo puede generar el caos un orden perfecto como lo fue en su inicio, el Universo? ¿Cómo puede éste generar una célula perfecta? ¿Cómo puedo sustentar el hecho de la evolución de la especie o de una especie determinada hasta lo que es el hombre dotado de razón y palabra, cuando comprobamos que desde hace miles de años ningún animal ha adquirido ni razón ni palabra aún siendo domesticados por el hombre? Todos los animales son como antes. Quizá existen algunas diferencias por el cruce entre unos y otros, como hemos visto. Pero jamás he visto a un mono hablar o a un perro comer como los humanos. Porque la evolución no se ha degenerado (todavía) sino que continúa su curso normal.

Es un alivio saber que mis padres y ascendientes fueron humanos. Ojalá que la Ciencia avance y nuestra Fe permanezca y se nutra













martes, 2 de septiembre de 2014

Reir....... llorando.


Como Garrik, el mejor payaso del mundo, que hacía reír a todos y sin embargo, era el ser más triste del planeta, nos preguntamos….los que no sabemos de esas dolorosas etapas de la vida…¿por qué? ¿Por qué mucha gente se entristece por cualquier motivo (no uno justificado) y no logra salir de esa tristeza llamada por los Psicólogos, depresión? ¿Por qué a pesar de muchos esfuerzos del propio afectado o de los que lo rodean, no logran desasirse de ese lastre?

La mente, como dice Santa Teresa es “la loca de la casa” y a esa, es muy difícil entenderla. Somos tan perfectos y tan difíciles de entender en cuanto al cerebro se refiere, que es casi imposible saber qué tipo de emociones tienen aquellas personas que se consideran deprimidas. Sin entrar en terreno difícil tratando de explicar cuántos tipos de depresión existen o quien se encarga de curar esa enfermedad, diremos tan solo que “eso” es cosa de otro mundo. Muchos estudiamos, trabajamos, descansamos, reímos, lloramos, amamos, odiamos, pero cuando escuchamos que alguien sufre de depresión, entonces sí que sentimos algo así como compasión por aquella persona; y para entrar en ese mundo de esa persona específicamente, tendríamos que conocerla de cerca.

No sabemos hasta qué punto la mente puede llevarnos a cometer una locura, un suicidio. No sabemos cuánto dolor tiene en el alma el que sufre y no encuentra ninguna puerta abierta para mitigar su dolor….y como no sabemos, no podemos juzgar. Por eso, al menor indicio de melancolía, tristeza o aislamiento de nosotros mismos o de algún conocido, hay que recurrir de inmediato al médico y llenar nuestro corazón de fe y esperanza. Es fácil decirlo para los que no sabemos de esta desesperanza. Sin embargo, siempre habrá una luz para iluminar cualquier camino. Lo importante es no permitirle a nuestra cabecita imaginarse cosas que no son, ni devaluarse a sí mismos. Y, empezar a ver y oír con los sentidos del espíritu, para permitirle a Dios ayudarnos en la recuperación. El es el mejor amigo que jamás hayamos tenido. Esperar en El que todo lo puede y abrir nuestro corazón para que habite El que es todo AMOR.