¡Cómo quisiera que el agua
fuese limpia, clara, pura! Quisiera que las montañas permanecieran en su lugar
y no se vinieran abajo con las inundaciones por la tala de árboles. Quisiera
que el sol no nos quemara tanto la piel y que los niños se bañasen bajo la
lluvia; que pudiésemos gozar de aquellos inviernos congelantes que nos
obligaban a tapar tuberías de agua y gas.
Quisiera que los árboles
fuesen respetados y que su tala fuese moderada y no quemados y arrasados cientos
de hectáreas por intereses económicos nefastos de quienes sólo piensan en sus
bolsillos y a quienes no les importa que se degrade el clima y las lluvias inunden
los valles y arrasen cientos de viviendas y el lodo cubra los cuerpos de
quienes no alcanzaron a salir de sus casas.
Quisiera que los humanos
fuésemos un poco sensibles al sufrimiento de nuestros hermanos, humanos también
y con derecho a la vida. Que despertásemos del sueño vano y mórbido de la
codicia y de la avaricia. Que volcásemos todo el amor de nuestro corazón sobre
nuestras ideas y nuestros pensamientos para que se transformen nuestras
actitudes. Porque es del pensamiento que se crean nuestras palabras y nuestras
acciones. Vigilar lo que pensamos y corregirlo para que siempre sea positivo.
Pensar es crear. Educar nuestro espíritu para que obedezca nuestra mente y, en
consecuencia, obrar de manera justa y equilibrada en favor de los nuestros.
Nuestros hijos, nuestros nietos……¡Qué les espera!!!!
Cómo quisiera que la gente,
nuestra gente no tirase basura en la calle que, al llegar las lluvias la
arrastran y tapan las tuberías de drenaje. Que nuestras mascotas fuesen
tratadas con cariño y respeto y no maltratadas. Que nuestros jóvenes no se
inclinaran tanto por sus instintos y sus placeres inmediatos y tuviesen más
comunicación con sus padres, hermanos y amigos. Que respetasen a sus mayores y
obedeciesen a sus padres. En fin……éstas son mis utopías……
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