Como siempre, pensando en el pasado, en lo que fue, en
lo que no, llegué a la conclusión de que todos los seres humanos somos individuales.
Nacer, crecer, desarrollarse y morir, siempre de manera individual, aunque
seamos mellizos o cuates o gemelos, siempre, cada ser es individual. Esto viene
a mi mente porque cuando nos casamos creemos equivocadamente que “los dos somos
una misma carne”. En sentido figurado puedo entenderlo, pero no en sentido
literal. Al unir nuestras personas con el sexo opuesto, podemos crear un tercer
ser humano, sin duda, pero aún así, el bebé después de nacer no dependerá de
nadie, será individual. Solos nacemos, solos morimos.
Qué bueno sería que todos entendiésemos lo que
significa esto. Que aprendiésemos a respetar nuestros respectivos espacios,
pero somos tan obstinados que pensamos que nuestros hijos nos pertenecen y
nuestra pareja también. Nos creemos dueños de las personas o de sus destinos,
de sus preferencias, de sus emociones y no es así. Con el pasar de los años he
aprendido y a fuerza de “garrotazos emocionales”, que cada persona es un mundo
diferente del mío. No significa en lo absoluto que no necesitemos su
comprensión, apoyo, cariño, lealtad, etc., pero SÍ que aprendamos a respetar
los espacios “vitales” (de vida) que son propios de cada quien.
Ojalá que al leer este pequeño párrafo entendamos de
una vez, que nos urge un despertar de conciencia real; un
darnos cuenta que cada quien tiene sus gustos, sus preferencias, su manera de
ver el mundo, sus opiniones y hasta su “verdad absoluta”. Y ojalá también que
aprendamos a respetar, a servir a nuestros hermanos los hombres, porque somos
seres humanos, sólo por eso.
Dejemos desde hoy: un espacio entre tú y yo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por leer estas reflexiones personales y por tus comentarios.