sábado, 17 de agosto de 2013

¿Quién no necesita una mamá?


 En la vida de toda persona, la figura de la mamá es indispensable. Cuando pienso en eso, me doy cuenta de lo importante que es no tener una a nuestro lado, Necesitamos una mamá cuando somos bebés, al 100 por ciento. Dependemos completamente de ella, para alimentarnos, vestirnos, movernos o para darnos un golpecito en la espalda y sacarnos el aire que se nos formó en el estómago por causa de la inmadurez del mismo. Empieza el desarrollo propio del niño y la necesita para aprender a caminar, a desplazarse de un lugar a otro, para tomar la cuchara, para aprender a hablar y en fin, para un sinnúmero de cosas o habilidades aún no desarrolladas. Cuando somos adolescentes, aún la necesitamos para que nos prepare la comida, nos sugiera qué ropa se nos ve bien, para que nos arregle todo lo concerniente a nuestras cosas diarias, ropa, libros, zapatos, para que nos lleve a algún lado donde nos esperan los amigos, y luego para que nos recoja horas más tarde. Para que nos consuele cuando llegamos desanimados de la escuela o cuando alguien nos rompe el corazón. ¿Qué nos dice? Que todo va a estar bien, que no nos preocupemos, que somos lo más hermoso del mundo y lo más valioso.

 

El valor de la mamá casi siempre se mide por su esfuerzo diario de servirnos cada momento de nuestra vida, olvidando que ella también tiene vida propia. Creemos que gira y gira alrededor de nuestras necesidades y la de los demás de la casa. Inclusive hay ocasiones y muchas, que al casarnos quisiéramos que estuviera cerca de nosotros o viviendo allí con nosotros, aconsejándonos para saber qué hacer y cómo hacerlo. Ella sí que es hábil en solucionar todos los problemas económicos, morales, emocionales, psicológicos y demás. La mamá la hace de todo, por eso es la “ todóloga” por excelencia. La mamá es la mujer que tiene superpoderes, que puede arreglar cualquier problema. El papá lo sabe muy bien, por eso está seguro de ella, de su compañera. Está confiado que su familia y su hogar están custodiados por el guardián perfecto que es su mujer.

Unas cuantas flores siembro aquí para todas las mamás del mundo. Sé por experiencia, que nuestra sociedad camina hacia adelante porque las mujeres estamos en este mundo. Las mamás mueven el mundo, lo organizan y lo sensibilizan. Por algo son las guerras, la violencia, las muertes, porque falta la mano de la mujer, la orientación que la mujer debe darle a todas las cosas. ¿No son todos los ciudadanos del mundo hijos nuestros? ¡Cuánta falta hacen las mamás!

miércoles, 14 de agosto de 2013

Durmiendo con el enemigo


Yo siempre había pensado que todas las parejas que veía tomadas de la mano eran felices y me sentía triste sobre todo, cuando mi esposo me dejaba sola con mis hijas para irse a trabajar a otra ciudad. Envidiaba a esas parejas por el hecho de verlas unidas así, tan románticas, tan llenas de amor. Yo no sé si al llegar a su casa empezaban a gritarse o a tratarse mal, pero no pensaba en eso. Sin embargo, yo también experimentaba esa felicidad que se siente cuando llega tu amado y estás acompañada de nuevo. El problema era que cuando discutíamos por algo, nadie quería ceder y los dos queríamos tener la razón, aunque generalmente era yo la que cedía….aún no sé si por amor, si por no alargar la discusión o por qué.

Siempre uno de los dos debe ceder, tenga o no la razón ¿Para qué malgastar el tiempo discutiendo por cosas que muchas veces no tienen importancia? Cuando uno de los dos cede, el problema se acaba. Aunque si el otro tenía la razón, el tiempo se inclinará a su favor y los hechos también. Lo que siempre recuerdo es que cuando me casé, el padre nos habló de no dormirnos sin habernos perdonado antes; así que yo muy obediente siempre cumplía ese propósito. Pero una vez, bueno, muchas veces sentí que yo tenía la razón y no entendía por qué siempre tenía que ceder. Bueno, ahora lo sé. El amor de una pareja consiste no solo en tolerar los defectos del otro, sino amar esos defectos….¿por qué? Porque así debe ser. El amor todo lo disculpa y todo lo soporta. De no ser así, ¿no nos habríamos divorciado ya? Creo que no existirían familias.

Durante años y años sentí que dormía con mi enemigo. Enemigo porque no me aceptaba tal como yo era. Luego comprendí que esa era su forma de amarme. Es difícil ser la amiga del enemigo, sobre todo con quien duermes diariamente. Dice un dicho “si no puedes con el enemigo, únetele” y yo así lo he hecho. Ahora cuento con él, me siento feliz y sé que mi mejor enemigo es con quien duermo y a quien amo, a quien perdono por sus errores y quien come de mi mano, porque sabe que no hay mejor compañía que la mía y la más confiable. Porque sabe que aunque discutamos y no logremos ponernos de acuerdo, siempre habrá amor, mucho amor.