lunes, 23 de julio de 2012

La simple vida


 A través de todos los años, nos damos cuenta de cuán poco nos conocemos y cuánta vanidad, soberbia y avaricia tenemos en nuestro corazón. No queremos reconocerlo, pero es verdad. Poner el dedo en la llaga duele ¿no es verdad?, pero la única manera de sanar es reconocer nuestra enfermedad para darle el medicamento correspondiente.
Realmente somos prestos a señalar cualquier mínimo error que los demás cometan; cuán molestos nos sentimos si alguien de nuestros “amigos” se saca la lotería o cualquier otro tipo de premio; cuánta envidia disfrazada de humildad expresamos cuando vemos a otro igual que nosotros dirigir una empresa, cuando nos comenta que sus hijos viven en Italia o en otro país de Europa, cuando él o ella ama todavía a su pareja, en fin, cuando son ellos y no nosotros los que son felices. Si realmente nos conociéramos, sabríamos el valor tan grande que tenemos como personas. El simple, aunque no tan simple hecho de ser elegidos entre los no sé cuántos millones de espermatozoides.  ¡Nosotros!  ¡Una insignificancia de molécula! ¡Y no lo reconocemos! Somos únicos e irrepetibles, aunque digan muchos que tenemos parecidos en otros lugares del país, o aunque crean algunos que somos la re encarnación de algún pariente, algo que yo no creo en lo absoluto. Somos la esencia del universo y somos perfectos, aunque luego nos descompongamos, intencionalmente o no. ¿Por qué razón no podemos seguir el curso perfecto de la naturaleza? Porque nuestro espíritu se enferma casi de inmediato al contacto con los demás seres humanos. Por un lado la
familia, por otro, el ambiente que nos rodea .            

No . Debemos estar agradecidos por tener vida. Fuimos los que ganamos la lotería. Me acordaba de la madre Teresa de Calcuta cuando le preguntaron que qué pensaba de traer niños a este mundo tan malo. Ella calló unos minutos, cerró sus ojos y luego contestó: “Le hice a Dios esa misma pregunta y El me respondió: Yo envío al mundo hombres buenos para que lo salven pero ustedes no los dejan nacer” Por cierto, era invitada a un Congreso a favor del aborto. Aboguemos a favor de la vida y seamos sinceros en el trayecto de la nuestra.